Mientras las noticas referían la revelación de la supuesta "fórmula secreta" de la Coca-Cola, recordé un hermoso texto de Raúl Escari. Aquí va.
La Coca-Cola penetró en los cuerpos y en las mentes occidentales primero y, luego, mundiales.
En los años 1960 la publicidad de la gaseosa en Estados Unidos era una frase diabólica y límpida. Para mí, uno de los grandes textos literarios (capitalistas) del siglo XX. El afiche luminoso resplandecía en la fachada de un edificio de Times Square y en otras ciudades del país. Decía así:
Coca- Cola is the real thing in the back of your mind.
Poco conozco de la historia de la Coca-Cola. Pero lo poco que sé ya es mucho y el lector debe compartir conmigo esos conocimientos por ser de dominio público.
El inventor era un farmacéutico que lo produjo como un remedio contra la reseca, el hand-over o la guele-de-bois o, al menos, para paliar su característico malestar. Anthony Quinn, en una entrevista para la TV en español, declaró que la Coca-Cola lo "salvó" del alcoholismo. Yo mismo comprobé sus efectos benéficos.
El mito de la Coca-Cola, que tan bien designó Andy Warhol, incluye la eventual presencia de cocaína en su fómula secreta.
Hace poco, en un discurso, el presidente boliviano Evo Morales ironizó sobre los yanquis, la Coca-Cola y la cocaína. Beba Eguía, la primera persona que me habló del asunto, me dijo que Morales señaló en forma explícita la presencia de la droga en la deliciosa bebida. Otros me precisaron que la aserción era mucho más matizada y que, en realidad, no lo había denunciado abiertamente.
Yo no leo los periódicos todos los días (salvo los domingos por los suplementos)pero los ojeo en forma cotidiana en cafés o bares. Hago Zapping, como dice Marta Minujin y, cuando lo publicaron, se me pasó por alto. Pero lo que me contó Beba Eguía me persuadió de su verdad. Ahora tomo dos botellas de Coca-Cola de litro y medio a diario y me coloco, como dicen los hispanos. Coca.Cola, café y porros: una receta para el bienestar.
Recuerdo también, vinculado a la Coca-Cola, una manifestación antiimperialista que se convirtió en un evento artístico magistral.
Una tarde de los años1960 había ido con Piglia a una de las tantas concentraciones antiimperialistas que se organizaban por entonces.
Cuando el desfile llegó a la plaza de la República, nos enfrentamos con una gigantesta botella de Coca- Cola, en poliéster brillante, de una altura superior al tercio del Obelisco, junto al cual se erguía, paralela.
De inmediato un grupo de agitadores, organizados de antemano, rodearon con sogas la inmensa botella, a distintas alturas.
Mientras los miles de manifestantes cantábamos un ingenioso estribillo anti-yanqui, la botella empezó a tambalearse. A medida que el movimiento pendular se amplificaba, el ritmo de los estribillos crecía. Sentíamos que éramos todos nosotros los responsables de la caída de la Gran Bestia.
Al rato llegó la policía y empezó a dar palos. Ricardo llevaba muchos libros y, mientrás corríamos, los apretaba entre sus brazos, protegiéndolos.
Raúl Escari.
de Dos relatos porteños, Mansalva, 2006.