Francis Scott Fitzgerald
Febrero de 1936
Toda vida es un proceso de demolición, por supuesto, pero los efectos de los golpes que hacen la parte dramática del trabajo-los grandes golpes súbitos que vienen o parecen venir de afuera, los que uno recuerda, los que carga con las culpas, los que en momentos de debilidad les cuenta a los amigos- no se muestran en el acto. Hay otra clase de golpe que viene de adentro, que no se siente hasta que ya es tarde para tomar alguna medida, hasta que uno entiende irrevocablemente que en algunos aspectos nunca volverá a ser tan buen hombre como antes. La primera clase de rotura da la impresión de suceder rápido; la segunda clase ocurre casi sin que uno sepa, pero se hace consciente bien de repente.
El crack-up, Buenos Aires, junio de 2011.
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