jueves, 11 de agosto de 2011

Literatura y ciudad (1)

Fenomenología del domingo.
por J.P. Zooey

1. Las gentes han olvidado que hay, entre Domingo y los días comunes, una diferencia ontológica. Domingo no ocurre en el tiempo como el martes. No nace, envejece ni muere como puede hacerlo, por ejemplo, un dios. Tampoco es perpetuo. Esta hecho de la no existencia. Se dirá que todos los días surgen del lunes, y el lunes de Domingo. Pero Domingo no existe. El martes y miércoles sí, nadie podría dudarlo.
El origen de Domingo es la no existencia. Origen es aquí el originar como deber de su esencia, y aquello por medio de lo cual algo es como es, y no otra cosa. Así, la no existencia es responsable de domingo. Y a su tiempo el origen de la no existencia es domingo.
Domingo es la nada y la nada es domingo. Ambos se corresponden. Pero ninguno podría llegar a ser lo que son sin un tercer fenómeno que es el barrio porteño. Porteño significa aqui aquello que proviene del puerto y emplaza una apertura de lejanía y recibimiento. Son porteños aquellos que miran el horizonte hasta que algo se oculta o devela.

2. El barrio porteño abre una espacialidad en la cual Domingo transcurre. Pero, ¿qué es un barrio? Se dirá que Palermo es un barrio, que es algo obvio. Si interrogamos por la esencia de Palermo podremos conocer la esencia de un barrio y así llegar, caminando a Domingo.
El lenguaje ha dado a los porteños en la tradición un número limitado de barrios. Así se solía decir que Cahacarita era un barrio, como también lo era Villa Crespo. En sus límites demarcaban a Palermo. En la actualidad las cosas han cambiado. Palermo se ha extendido a toda la espacialidad urbana perdiendo así los límites que abrigaban su esencia. De este modo y no de otro Chacarita es Palermo Dead, y Villa Crespo, Palermo Brooklin. El abasto ha perdido su nombre y se lo señala como Palermo Cuzco. Y así las gentes hablan de Las Cañitas, antaño abierto a las caballerizas, como Palermo Visa. El tradicional barrio de Belgrano siempre se ha distinguido entre los porteños, y en la actualidad se lo nombre como It´ not Palermo. Los márgenes de Palermo se extinguen en el Gran Buenos Aires, y a Quilmes se lo ha denominado Palermo Beer. Hacia el norte y el sur, el este y el oeste, Palermo estiende su sombra y objetos de diseño y decoración. Irradia la gran vidriera y la buena onda desde su centro neurálgico, la placita Cortázar, donde un padre hamaca a su hijo sin saber que con ese movimiento de vaivén da vida al corazón de un pobre universo.
Palermo está presente como constante en el espacio porteño. Constante es aquí aquello que aparece sin que se lo llame y no se marcha aunque sea de noche. Palermo decora las casas y dispone los  perfumes del ambiente. Palermo no es porteño. No emplaza una lejanía ni se funda en un horizonte. Es siempre presencia. Llegará el día en que nunca esté nublado en Palermo, ni reconozca al sol.

4.(...) ¿Cuál es entonces el mercado que fija una circunferencia y da vida al antibarrio de Palermo? ¿Cuál es el aguijón que punza el espíritu extendido de Palermo amenazándolo y salvándolo a la vez? El Once.
Palermo se extiende por toda la espacialidad nublando el horizonte del porteño. El Once lo abastece. Abastece dice aquí el producir y exportar objetos con la finalidad de ser vendidos al pseudosnob. Pseudosnob es en su plenitud aquel que camina por Palermo.
En el corazón de Palermo el pingüino de cerámica blanca yace en el estante de vidrio junto al muñeco colgante de Elvis Presley. Tiene la vista fija en un sillón individual forrado en cuero de vaca. Entre el pingüino y la vaca se espacia un terruño pampeano y la tenue melancolía de una Patagonia hecha de hielo celeste y sol. Entre ellos yace la flacucha vendedora, obvio. Conversa entre monosílabos y risitas con un muchaco pelirrojo, obvio. Cada uno tiene medio corazón cortado por la misma tijera roja, que está también en la venta. El pingüino, el sillón forrado de vaca, los termos de color metalizado, y los dos corazones rotos se han comprado en Once. Palermo sólo agrega el diseño. Diseño significa aquí aquello que otorga una seña. La seña de que el objeto pertenece ahora a Palermo. Palermo es aquello que está en venta como Palermo(...)

Sol artificial (fragmento), Paradiso, Buenos Aires, 2009.

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