domingo, 28 de agosto de 2011

Comienzos

Este cuento de Hawthorne pertenece a la segunda serie de Twice-Told Tales, publicada en Boston en 1842. Fuera de un parsimonioso elogio de Poe y de alguna ocasional interpretación de índole biográfica- Wakefield sería un símbolo de Wawthorne-, la crítica parece haber ignorado esta composición admirable. Hawthorne, en otras páginas, se apoya en un pasado romántico; en éstas, la materia  es contemporánea y el interés procede de la singular psicología del protagonista. Wakefield, como fantasía de la conducta, como estudio patético de las posibilidades humanas, anticipa el Bartleby (1856) de Herman Melville y las invenciones de Kafka.
Jorge Luis Borges.

El alguna revista  o diario viejo recuerdo haber leído la presunta historia de un hombre-llamémosle Wakefield-que se ausentó durante mucho tiempo de su hogar. Presentado de una manera abstracta, este acto no es extraordinario, y  a menos que hagamos una conveniente distinción de circunstancias, tampoco merece condenarse por perverso o insensato. Sin embargo, es el ejemplo más raro que conozco en los anales de la delincuencia conyugal y por añadidura el capricho más notable  que pueda hallarse  en toda de la escala de las extravagancias humanas. La pareja vivía en Londres. El marido, con el pretexto de hacer un viaje, alquiló unos cuartos a la vuelta de su casa y allí, ignorado por su mujer y sus amigos, sin que nada motivara su voluntario destierro, habitó por más de veinte años. Durante ese período observó diariamente  su casa y, a menudo, a la desvalida Mrs. Wakefield. Y después de abrir  tan larga brecha en su felicidad conyugal, cuando su muerte se daba por cierta, su sucesión estaba terminada, su nombre borrado de todo recuerdo y cuando su mujer se había resignado desde hacía mucho, mucho tiempo a la viudez, una tarde entró apaciblemente en su casa, como después de un día de ausencia, y volvió a ser un tierno esposo hasta la muerte.

Wakefield.
Nathaniel Hawthorne.
Sur, abril 1949

jueves, 25 de agosto de 2011

Literatura y ciudad (3)

Las Islas.
Carlos Gamerro.


(...) Como una ciudad de cuento oriental , una nueva Buenos Aires, torneada y minuciosa como esas esculturas chinas en un colmillo de elefante, se erigía en un halo de luz en la otra punta de la enorme habitación. En la maqueta, las construcciones de la nueva ciudad irradiaban desde las torres de Tamerlán hacia los cuatro puntos cardinales una capa de jardines pulcros como canchas de golf, de las cuales emergían aquí y allá, como corteses obstáculos del juego, los diversos grupos de edificios: hacia los restos de la vieja city la nueva zona financiera y empresaria, de construcciones diáfanas y etéreas cobijando cascadas, estanquecitos y arboledas tropicales bajo las cúpulas de vidrio, continuándose hacia el norte en centros de convenciones, exclusivas barracas artificiales sobre el río para las embajadas y finalmente barrios privados de calles sinuosas con barreras y casetas de vigilancia (hasta podían distinguirse adentro, para la tranquilidad subliminal de potenciales compradores, los fieros doberman y los guardias con escopeta). El sur contenía lo que podría llamarse el área pública: cuatro shoppings de jardines colgantes concectados entre sí por rampas áereas, desafiando a las familias a agotarlos  en un solo fin de semana; cines, museos, anfiteatros y paseos públicos, un mundo marino y un parque de diversiones para reemplazar al recientemente desaparecido Italpark. La marina, por último, ocupando el espacio entre la cadena de diques y la costa, incluía una cancha de polo y una de golf, muelles erizados de veleros blancos a los que se accedía directamente desde las oficinas , lagos artificiales y playas de arenas blancas. No había que mirar demasiado para darse cuenta adónde iría a parar la reserva ecológica, sus pantanos llenos de víboras y sapos convertidos en jardines principescos por el beso del señor de la comarca. Cuyo reflejó me encontré, hierático como un emperador bizantino, en el mosaico de espejos de las dos torres, que refulgían clavadas en el centro de la maqueta como los estandartes de un conquistador recién arribado a estas costas a fundar otra vez la ciudad.
- Usted no tiene idea de lo que está sucediendo-aseguró, alzando los brazos para parecer más alto-. Las topadoras lo están preparando. La tercera fundación de Buenos Aires. La Ciudad del Tercer Milenio(...)

lunes, 22 de agosto de 2011

Capitalismo, identidad y sociedad

Entrevista a Giacomo Marramao

Por Fabián Bosoer para Clarín

Este prestigioso filósofo italiano recuerda sus charlas con Juan Carlos Portantiero sobre peronismo y populismo -”un oxímoron, decía, o centauro con cuerpo de izquierda y cabeza de derecha”- y se lamenta tanto por la ausencia de su amigo, el fallecido sociólogo argentino, como por las derivas de los populismos actuales, a los que define como “una deconstrucción despolitizante del concepto de pueblo, transformado en audiencia espectadora”, en la que la política aparece como mero espectáculo. Y allí coloca, claro, a Berlusconi como ejemplo. Cree que vivimos un tiempo de “pasiones tristes” y una profunda crisis de identidad que golpea sobre todo a las sociedades occidentales europeas. Pero no es nostálgico ni pesimista; apuesta por formas cosmopolitas y transnacionales de democracia y explica por qué, de pronto, Freud puede darnos más herramientas que Marx, Adam Smith o Samuel Huntington para entender lo que está ocurriendo.
Giacomo Marramao es profesor de filosofía política de la Universidad de Roma, director de la Fondazione Lelio Basso y miembro del Colegio Internacional de Filosofía de París. Entre sus libros figuran Pasaje a Occidente. Filosofía y globalización (Katz), Kairós. Apología del tiempo oportuno (Gedisa) y la más reciente, La pasión del presente, de la misma editorial, que presentó en Buenos Aires. Participó del X Congreso Nacional de Ciencia Política realizado en Córdoba, invitado por la ONG Democracia Global.
La reciente matanza de Oslo fue uno de los hechos más disruptivos y difíciles de entender de los últimos tiempos: le pido una reflexión como filósofo.
Creo que debemos buscar sus raíces en la peor pandemia que sufrimos actualmente, que es el conflicto identitario; es decir, las reacciones identitarias a los efectos de la globalización. No me refiero solamente a los efectos económicos y sociales, sino a los efectos culturales. La compresión del espacio y del tiempo que está produciendo la globalización provoca una reacción de las identidades, que se entienden como amenazadas por este proceso, que tienen miedo de lo que viven como “contaminación” o invasión.
¿Puede explicar esto la conducta del fanático neonazi que perpetró esa masacre? La nueva derecha racista europea no es otra cosa que la manifestación más patológica de esta reacción identitaria. Si podemos utilizar un equivalente conceptual tomado de las ciencias biológicas podríamos decir que cada fenómeno de sinergia determina una reacción alérgica. Este joven racista de Noruega tuvo una reacción alérgica a la sinergia global de las culturas. Siempre los cambios históricos más relevantes son determinados por fenómenos migratorios. En el pensamiento racista hay una remoción -en el sentido psicoanalítico-, que se basa fundamentalmente en una represión de este acontecimiento.
¿”Remoción” se entiende aquí como negación de esa realidad? Para Freud, la remoción actúa como una obliteración, un ocultamiento, un vacío simbólico. Es el creer que el Otro, los otros, representan una amenaza para mi identidad, personal o colectiva: los finlandeses “verdaderos” o “los verdaderos noruegos”, o “los verdaderos alemanes”, o “los verdaderos italianos del Norte”, etc., etc. No es una reacción “irracional”, que pueda discutirse racionalmente: se trata, en realidad, de una operación psicótica. Los argumentos del joven autor de esta masacre en Noruega no eran irracionales sino palabras encerradas en una lógica autorreferencial. Una lógica perfecta, pero una lógica como la de los nazis. La autorreferencia, la pura, incontaminada relación consigo misma es un planteamiento que dice: “los otros son incompatibles conmigo”. Esa diferenciación radical entre Nosotros y los otros.
¿Estaríamos entonces frente a una patología social antes que frente a un problema político-cultural? La obsesión identitaria puede llegar a enloquecer a nuestras sociedades, que oscilan actualmente entre la neurosis y la psicosis. La situación de las metrópolis occidentales es una en la que debemos contemplar la posibilidad de gobernar un coeficiente social de neurosis que sea tolerable. No es posible una liberación total de la neurosis porque ésta es el fenómeno concomitante, que está siempre junto a un cambio histórico y cultural. Es inevitable que mi espacio de vida -vecindario, lugar de trabajo, ciudad, país- sea un espacio desestabilizado por los otros, y que esto produzca un efecto de neurosis generalizada. Esto no es necesariamente algo malo. Es malo sólo cuando no hay un gobierno, en el sentido social y político, conciente de esta realidad de transformaciones.
¿Podemos relacionar, en este mismo registro, lo ocurrido en Oslo con esta especie de Bin Laden noruego con el atentado del 11-S de hace 10 años contra las Torres Gemelas? También entonces había un “Nosotros vs. los Otros”.
Es interesante. En el atentado a las Twin Towers era la primera vez que el corazón de Occidente era atacado por el Otro; el Otro islámico, en el sentido clásico geopolítico del “clash of civilizations”, el choque de las culturas. Pero tardamos en reconocer que ese Otro estaba en realidad en el interior de nosotros mismos, en el interior de nuestras sociedades. La presencia del Otro es un acontecimiento que está en la propia constitución del sujeto occidental. No solamente desde la globalización sino a partir de la modernidad misma. La confrontación con el Otro es constitutiva de lo moderno.
Es difícil entender que nos enfrentamos a un enemigo que nosotros mismos hemos creado ...
La interpretación norteamericana de la modernidad global fue una interpretación geopolítica identitaria. Tuvo una debacle, un derrumbe con el atentado contra las Twin Towers. Ahora entendemos más claramente que tenemos a ese Otro que nos amenaza en el interior de lo que ha sido lo que entendimos como “civilización occidental” y eso es lo que aparece en Oslo a través de una reacción como la que estamos analizando: nadie puede negar que eso salió del propio seno de la sociedad noruega. Lo que quiero decir es que la globalización produce un efecto de ocultamiento de la identidad. Esa identidad removida (reprimida) en el sentido de Freud, retorna como identidad reificada. Es la paradoja del Orientalismo que planteó Edward Said, el gran escritor palestino. Si los occidentales niegan que haya un problema de identidad como identidad diferente, autónoma y no subalterna, de los otros, los otros producen una reacción en el sentido de una retorsión de su propia identidad, pero no como identidad problemática y plural sino como identidad fetichizada y deificada: “Nosotros somos orientales” o “nosotros somos islámicos y reivindicamos nuestra alteridad”.
¿Es esta misma crisis de identidad la que agita el descontento que se expresa en las calles de las ciudades europeas? Lo que vemos tiene una misma raíz; y es que la globalización del capital global, contrariamente a lo que pensaban en una paradójica convergencia los liberales y los marxistas del siglo XX, no produce sociedad. El capital global ganó, pero a un precio terrible. Y tiene la necesidad de ser compatible con formas y contextos socioculturales diferenciados. El capital global tiene una victoria como forma -el mercado global-, pero la sociedad capital comunista de Estado china no es la misma que la sociedad capitalista competitiva e individualista norteamericana. O la sociedad capitalista de la India, de Europa, de Brasil o Argentina. Es decir, las sociedades son diferentes y no son variables dependientes del dominio o la hegemonía del capital global. Porque, insisto, el mercado capitalista global no produce sociedad, no tiene una potencia simbólica. Contrariamente a lo que pensaba Marx, las relaciones de producción no determinan de manera automática las relaciones sociales: éstas son mediadas por las formas simbólicas de las culturas.
¿Los Estados nacionales han dejado de contener esas formas simbólicas a las que alude? Esa es la cuestión. Vivimos tiempos pos-hobbesianos, más allá de la perspectiva del Leviatán, del Estado nacional. Lo que lleva a que las soluciones deban ser planteadas en el sentido de una política pos, o supra, o transnacional.
Suena algo utópico ...
Al contrario, es una perspectiva realista, radicada en la dinámica histórica profunda: la forma auténticamente democrática del gobierno del conflicto es la que en el espacio del gran Mediterráneo latino hemos desarrollado con la idea de civitas (ciudad); un espacio del derecho y de la política que tiene la potencialidad de implicar en sí mismo una pluralidad de diferencias, naciones, gentes, confesiones religiosas. Pero para lograrlo es preciso atenerse a un doble imperativo: reencantar la política y desmitificar la identidad.







domingo, 21 de agosto de 2011

viernes, 19 de agosto de 2011

Comienzos


...Estoy buscando, estoy buscando. Intento comprender.  Intento dar a alguien lo que he vivido y no sé a quién, pero no quiero quedarme con lo que he vivido. No sé que hacer con ello, tengo miedo de la desorganización profunda. Desconfío de lo que me ocurrió. ¿Me sucedió algo que quizá, por el hecho de no saber cómo vivir, viví como si fuese otra cosa? A eso querría llamarlo desorganización, y tendría yo la seguridad para aventurarme, porque sabría después a dónde volver: a la organización primitiva. A eso prefiero llamarlo organización, porque no quiero confirmarme en lo que viví: en la confirmación de mí perdería el mundo tal como lo tenía, y sé que no tengo capacidad para otro.

La pasión según G.H.
Clarice Lispector

miércoles, 17 de agosto de 2011

Binner asegura que puede ganarles a Alfonsín y Duhalde, pero no a CFK (Página/12, 17/8/11)

¡Qué grande Binner! 
Un estadista. 
¡Puede ganarle a Alfonsín y a Duhalde en octubre! ¡Qué tarea difícil! Incluso, va a consolidar su victoria sobre Carrió, Rodríguez Saa y Altamira.
¡Qué grande Binner!
NO pará... no es que está en la chiquita, es realista... realista y honesto... realista y honesto y coherente... realista y honesto y coherente y...
¿Qué? ¿Decís que perdió en la provincia que gobierna?
No es así, perdió pero no... bueno, bueno, perdió por poco, aunque... en realidad no perdió porque ahí sí sumamos, para el análisis, los votos de Alfonsín y Carrió y entonces ganó, ganaron, no, ganó... ¡Qué buena explicación!
¡Qué grande Binner!¡Qué grande Binner!¡Qué grande de la Rúa! ¡Qué grande Binner!


(este comentario fue colgado por Alejandro y, no necesariamente, es compartido por todos los integrantes de preferiría no)

martes, 16 de agosto de 2011

Literatura y ciudad (2)

Los donguis.
Juan Rodolfo Wilcock

2.
Balsocci .-¿Usted no advirtió nada raro últimamente en Buenos Aires?
Yo.-No, nada.
Balsa.- Vamos al grano (como si dicidiera rápidamente chupar un grano en un cráneo frondoso). ¿No oyó nunca hablar de los donguis?
Yo.- No. ¿Qué son?
Balsa.- Usted habrá visto en el subterráneo de Constitución a Boedo que el tren no llega hasta la estación de Boedo porque no está terminada, se para en una estación provisoria con piso de tablas. El túnel sigue y donde interrumpieron la excavación el hueco está cerrado con tablas.
Balsocci.- Por eso hueco aparecieron los donguis.
Yo.- ¿Qué son?
Balsa.- Ahora le explico...
Balsocci.- Dicen que es el animal destinado a reemplazar al hombre en la tierra.
Balsa.- Espere que le explico. Hay unos folletos de circulación restringida y prohibida que le condensan la opinión de los sabios extrnajeros y de los sabios argentinos. Yo los leí. Dicen que en distintas épocas predominaron distintos animales en el mundo, por H o por B. Ahora predomina el hombre porque tenemos muy desarrollado el sistema nervioso que le permite imponerse a los demás. Pero este nuevo animal que se llama dongui...
Balsocci.- Lo llaman dongui porque el que lo estudió primero fue un biólogo francés Donneguy ( lo escribe en un papel y me lo muestra) y en Inglaterra le pusieron Donneguy Pig pero todos dicen dongui.
Yo.- ¿Es un chanco?
Balsa.- Parece un lechón medio transparente.
Yo.- ¿y qué hace el dongui?
Balsa.- Tiene tan adelando el sistema digestivo que estos bichos pueden digerir cualquier cosa, hasta la tierra, el fierro, el cemento, aguas vivas, qué sé yo, tragan lo que ven. Que porquería de animal!
Balsocci.- Son ciegos, sordos, viven en la oscuridad, una especie de gusano como un lechón transparente.
Yo.-¿Se reproducen?
Balsa.- Como la peste. Por brotes, imagímese.
Yo.- ¿Y son de Boedo?
Balsocci.- Cállese, allí empezaron, pero después empezaron también en otras estaciones, sobre todo si hay túneles de vía muerta o depósitos subterráneos, Constitución está plagado, en Palermo, en el túnel empezado de la prolongación a Belgrano hay montones. Pero después empezaron en las otras líneas, habrán hecho un túnel, la de Chacarita, la de Primera Junta. Hay que ver lo que es el túnel del Once.
Balsa.- Y el extanjero! Donde había un túnel se llenaron de Donguis. En Londres, hasta se reían parece porque tienen tantos kilómetros de túnel; en París, en Nueva York, en Madrid. Como si repartieran semillas.
Balsocci.- No permitían que los barcos que llegaban de un puerto infectado atracara en esos puertos, temían que trajera donguis en la bodega. Pero no por eso se salvaron, están mejor que nosotros.
Balsa.- En nuestro país tratan de no asustar a la población, por eso no le dicen nunca nada, es un secreto que le confían solamente a los profesionales, y también a algunos no profesionales.
Balsocci.- Hay que matarlos pero quién los mata. Si les dan veneno se los comen o no se lo comen, como usted prefiera, pero no les hace nada, lo comen perfectamente como cualquier otro mineral. Si les echa gases los degenerados tapan los túneles y salen por otra parte. Cavan túneles en todos los lados, no puede atacárselos directamente. No se puede inundarlos o echar abajo las galerias porque se puede hundir el subsuelo de la ciudad. Ni qué decir que andan por los sótanos y las cloacas como Juan por su casa...
Balsa.- Habrá visto estos derrumbes de estos meses. Los depósitos de Lanús son ellos por ejemplo. Quieren dominar al hombre.
Balsocci.- Oh!, al hombre no lo dominan así nomás, no lo domina nadie, pero si se lo comen...
YO.- ¿Se lo comen?
Balsocci.- Y cómo! Cinco donguis se comen a una persona en un minuto, todo, los huesos, la ropa, los zapatos, los dientes, hasta la libreta de enrolamiento, si me perdona la exgeración.
Balsa.- Les gusta. Es la comida que más les gusta, mire que desgracia(...)

Fragmento

sábado, 13 de agosto de 2011

Cecil Taylor


1956. En la ciudad de Nueva York vivía Cecil Taylor, músico negro de menos de teinta años, pianista innovador en la técnica, compositor-improvisador estudioso de las tradiciones populares y cultas del siglo. Su estilo, que era su invención, ya estaba consolidado. Con la excepción de una media docena de músicos y amigos, nadie sabía lo que estaba haciendo, ni podía hacerse una idea al respecto. ¿Cómo se la habrían hecho? Lo de este joven no cabía en las líneas de lo previsible. En sus manos el piano se transformaba en un método de composición libre, sobre la marcha. Los llamados "racimos tonales" con los que se desarrolllaba su escritura momentánea ya habían sido utilizados anteriomente por Henry Cowell, aunque Cecil llevó el procedimiento a un punto en el que, por sus complicaciones armonicas, y sobre todo por la sistematización de la corriente sonora atonal en flujos tonales, no podía compararse con nada existente. La velocidad, el juego de mecánicas diferentes entrelazadas, la insistencia, las resistencias interpoladas, las repeticiones, las series, todo lo que sirviera para desinteresarse del solfeo convencional, levantaba, a espaldas de cualquier melodía o ritmo reconocible, majestuosas construcciones derrumbadas y aéreas.

César Aira, Cecil Taylor (fragmento)

viernes, 12 de agosto de 2011

Comienzos

La realidad (como las grandes ciudades) se ha extendido y se ha ramificado en los últimos años. Esto ha influido en el Tiempo: el pasado se aleja con inexorable rapidez. De  la angosta calle Corrientes perduró más alguna de sus casas que su memoria; la segunda guerra mundial se confunde con la primera y hasta "las treinta caras bonitas" del Porteño están dignificadas por nuestra amnesia; el entusiasmo por el ajedrez, que levantó efímeros quioscos en tantas esquinas de Buenos Aires, donde la población competía con lejanos maestros cuyas jugadas resplandecían en tableros allegados por televisión (presunta), se ha olvidado tan perfectamente como el crimen de la calle Bustamenta, con el Campana, el Melena y el silletero, la Afirmación de los civiles, los entreveros y las "milongas" en las carpas de Adela, el señor Baigorri, que fabricaba tormentas en Villa Luro, y la semana trágica. Entonces no deberá asombrarnos que, para algún lector, el nombre de Juan Luis Villafañe carezca de evocaciones. Tampoco nos asombrará que la historia transcripta más adelante, aunque hace quince años sobrecogió al país, hoy se reciba como la tortuosa invención de una fantasia desacreditada.

Adolfo Bioy Casares.
El perjurio de la nieve.

jueves, 11 de agosto de 2011

Literatura y ciudad (1)

Fenomenología del domingo.
por J.P. Zooey

1. Las gentes han olvidado que hay, entre Domingo y los días comunes, una diferencia ontológica. Domingo no ocurre en el tiempo como el martes. No nace, envejece ni muere como puede hacerlo, por ejemplo, un dios. Tampoco es perpetuo. Esta hecho de la no existencia. Se dirá que todos los días surgen del lunes, y el lunes de Domingo. Pero Domingo no existe. El martes y miércoles sí, nadie podría dudarlo.
El origen de Domingo es la no existencia. Origen es aquí el originar como deber de su esencia, y aquello por medio de lo cual algo es como es, y no otra cosa. Así, la no existencia es responsable de domingo. Y a su tiempo el origen de la no existencia es domingo.
Domingo es la nada y la nada es domingo. Ambos se corresponden. Pero ninguno podría llegar a ser lo que son sin un tercer fenómeno que es el barrio porteño. Porteño significa aqui aquello que proviene del puerto y emplaza una apertura de lejanía y recibimiento. Son porteños aquellos que miran el horizonte hasta que algo se oculta o devela.

2. El barrio porteño abre una espacialidad en la cual Domingo transcurre. Pero, ¿qué es un barrio? Se dirá que Palermo es un barrio, que es algo obvio. Si interrogamos por la esencia de Palermo podremos conocer la esencia de un barrio y así llegar, caminando a Domingo.
El lenguaje ha dado a los porteños en la tradición un número limitado de barrios. Así se solía decir que Cahacarita era un barrio, como también lo era Villa Crespo. En sus límites demarcaban a Palermo. En la actualidad las cosas han cambiado. Palermo se ha extendido a toda la espacialidad urbana perdiendo así los límites que abrigaban su esencia. De este modo y no de otro Chacarita es Palermo Dead, y Villa Crespo, Palermo Brooklin. El abasto ha perdido su nombre y se lo señala como Palermo Cuzco. Y así las gentes hablan de Las Cañitas, antaño abierto a las caballerizas, como Palermo Visa. El tradicional barrio de Belgrano siempre se ha distinguido entre los porteños, y en la actualidad se lo nombre como It´ not Palermo. Los márgenes de Palermo se extinguen en el Gran Buenos Aires, y a Quilmes se lo ha denominado Palermo Beer. Hacia el norte y el sur, el este y el oeste, Palermo estiende su sombra y objetos de diseño y decoración. Irradia la gran vidriera y la buena onda desde su centro neurálgico, la placita Cortázar, donde un padre hamaca a su hijo sin saber que con ese movimiento de vaivén da vida al corazón de un pobre universo.
Palermo está presente como constante en el espacio porteño. Constante es aquí aquello que aparece sin que se lo llame y no se marcha aunque sea de noche. Palermo decora las casas y dispone los  perfumes del ambiente. Palermo no es porteño. No emplaza una lejanía ni se funda en un horizonte. Es siempre presencia. Llegará el día en que nunca esté nublado en Palermo, ni reconozca al sol.

4.(...) ¿Cuál es entonces el mercado que fija una circunferencia y da vida al antibarrio de Palermo? ¿Cuál es el aguijón que punza el espíritu extendido de Palermo amenazándolo y salvándolo a la vez? El Once.
Palermo se extiende por toda la espacialidad nublando el horizonte del porteño. El Once lo abastece. Abastece dice aquí el producir y exportar objetos con la finalidad de ser vendidos al pseudosnob. Pseudosnob es en su plenitud aquel que camina por Palermo.
En el corazón de Palermo el pingüino de cerámica blanca yace en el estante de vidrio junto al muñeco colgante de Elvis Presley. Tiene la vista fija en un sillón individual forrado en cuero de vaca. Entre el pingüino y la vaca se espacia un terruño pampeano y la tenue melancolía de una Patagonia hecha de hielo celeste y sol. Entre ellos yace la flacucha vendedora, obvio. Conversa entre monosílabos y risitas con un muchaco pelirrojo, obvio. Cada uno tiene medio corazón cortado por la misma tijera roja, que está también en la venta. El pingüino, el sillón forrado de vaca, los termos de color metalizado, y los dos corazones rotos se han comprado en Once. Palermo sólo agrega el diseño. Diseño significa aquí aquello que otorga una seña. La seña de que el objeto pertenece ahora a Palermo. Palermo es aquello que está en venta como Palermo(...)

Sol artificial (fragmento), Paradiso, Buenos Aires, 2009.

martes, 9 de agosto de 2011

jueves, 4 de agosto de 2011

miércoles, 3 de agosto de 2011

Sobre internas abiertas, el FIT y la intelectualidad

Entrevista del Instituto del Pensamiento Socialista Karl Marx a Jorge Panesi

-¿Qué reflexión te merece el mecanismo de las internas abiertas y la exigencia de obtener 400 mil votos para presentar candidatos en las elecciones en octubre?

Jorge Panesi: La primera palabra que me surge (como me surge cada vez que pienso en el kirchnerismo) es “trampa”. Pero tiene su lógica de almacenero: se trata de acallar a los sectores políticos que llevan adelante una crítica sin concesiones, a los que más molestan, esto es, a la auténtica izquierda. Es el principal blanco de la ley de primarias abiertas y obligatorias. Y esto el gobierno lo hace con el aval y la complacencia de los que se reparten los dividendos del poder, los partidos llamados tradicionales, autores de los más grandes despojos económicos que hemos sufrido en estos decenios: el radicalismo y el mantel de retazos que el mismo kirchnerismo supo bordar dentro del partido justicialista. Son imágenes del mismo espejo: feudalismo provincial, lleno de enredos, corrupción y desdén por las masas populares. Con estos sectores políticos el kirchnerismo tiene, a pesar de las apariencias belicosas, una armonía preestablecida, que la izquierda con su sola presencia amenaza. Es más fácil transar con estos eventuales cómplices, como quedó establecido con la candidatura de Cobos, ido y vuelto del radicalismo, o con Fabiana Ríos, escapada de la Coalición Cívica, o establecer un pacto de silencio con Menem, provisorio escapado de la Justicia; la ley es parte de un proyecto político hegemónico a largo plazo. Tiene una fachada democrática que esconde un verdadero juego de exclusión.

-¿Por qué votar por el Frente de Izquierda el 14 de agosto?

Panesi: El Frente de Izquierda es la única garantía de que un discurso verdaderamente crítico y, por lo tanto, de defensa de los intereses populares tenga una representación que contrapese el discurso insípido de la llamada “oposición” y la farsa del kirchnerismo. Votar por el Frente es no olvidar que los aliados ya sean circunstanciales o íntimos del gobierno son los que han matado a Mariano Ferreyra. Son nuestros enemigos. No nos engañan las disputas entre la frívola mandataria hotelera y los engordados magnates de la CGT, forman parte del mismo barro, son intercambiables. Digo “farsa” porque desde la tergiversación estadística (o para decirlo más jurídicamente, “desde la adulteración de documentos públicos”), hasta la aniquilación de los propios amigos y la protección a las corporaciones, el kirchnerismo es una farsa ideológica que enchastra cuanto toca, sean los derechos humanos hasta el fútbol o la diversión. Sólo el Frente de Izquierda garantiza la implacable tenacidad de quienes no se dejan engañar por el soborno o las chafalonías de bazar que proponen el gobierno y los partidos burgueses.

-¿Qué opinión te merece el hecho de que Carta Abierta no se haya pronunciado respecto a los mecanismos de las internas de agosto que pueden impedir que el FIT se presente a elecciones presidenciales en octubre?

Panesi: ¿De qué extrañarse? El bureau fabricante de ideología –esa es toda la actividad crítica de quienes se aliaron sobre todo para defender sus puestos de funcionarios, o lo que es peor, para congraciarse sumisamente con el poder– no produce más que torpes gestos de apoyo inconcebibles para quienes han cacareado su postura “crítica”. La carta “abierta”, que me gusta llamar “carta lacrada” (recuerda más la lacra que el lacre) se encierra en su incondicional sumisión al gobierno, y no podría por definición, más que avalar su política electoral. Y, como se vio, poco importa si esta política es o no una rabiosa inconsistencia que puede ser contraproducente para el propio sector dominante. Ser críticos de esta maniobra sería claramente pasar por desobedientes del amo, y en la lógica del grupo gobernante la crítica sería claramente pasarse al otro bando, la traición. ¿Alguien contó el tendal de “traidores” que ha dejado el doble gobierno kirchnerista? La carta lacrada o el Té en la Biblioteca están condenados a ser un pensamiento esclavo que depende de las coyunturas que le interesan al gobierno. La “carta” no es “abierta”, es una carta encadenada a la mala fe. Y a la tristeza de sus pobres argumentos en los que es difícil reconocerse. Porque toda crítica intelectual es siempre y en última instancia, destituyente. Como dijo Viñas: no se puede ser intelectual y apoyar el pensamiento oficial.

-¿Qué tiene planteado el espacio que se conformó de intelectuales, docentes y artistas en apoyo al FIT de cara a la elección de agosto?

Panesi: No sé si hay tiempo ya, pero habría que insistir en las contradicciones de esta ley, que fue ideada por Kirchner en otro momento de la coyuntura política. En la confusión sólo puede haber réditos para el gobierno. Habría que denunciar con todos los medios posibles la maniobra segregadora de la que la principal perjudicada es la izquierda. Hay que decirlo en la campaña, y más allá de ella, en nuestros lugares de acción o de trabajo. Es la principal estrategia que nos imponen las circunstancias