miércoles, 30 de noviembre de 2011

Comienzos

Con los codos apoyados en la barra de metal, los parroquianos del ghetto miran con mirada boba el único árbol de la plaza, sin imaginar siquiera que el bar donde se encuentran proviene, casualmente, de "barra".
En sus ojos no se refleja un árbol tal como lo pensamos, sino apenas un tronco con ramas y hojas; algo que sólo dice: acá estoy (estoy acá).
Mientras beben, miran. Y mientras miran no saben que esa figura les determina un punto de vista- los va distribuyendo silenciosamente en sus butacas.

El árbol de Saussure.
Héctor Libertella

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