viernes, 15 de octubre de 2010

La trama Celeste

El género fantástico cruza la literatura argentina del siglo veinte. Como un destino literario Bioy Casares lo practicó hasta el final de sus días. A él le debemos algunos de nuestros mejores textos. Puede que alguna vez terminemos por aceptar que La invención de Morel es la mejor novela argentina. Y hoy, que nuestra narrativa  abunda en la desmesura, el solipsismo y la digresión de manual. Y que algunos libros vienen acompañados de un andamiaje teórico que los sostiene; el clasicismo, la rigurosidad formal y la coherencia interna de los cuentos de La trama celeste es algo que el lector felizmente agradece.
Publicada en 1948, reeditada por Sur en 1967 y por Losada en 1990, esta colección de cuentos contiene las marcas personales y estilísticas de su autor. Todo el universo narrativo de Bioy Casares está en La trama celeste: los juegos con el tiempo, la repeticiones análogas y la existencia de planos paralelos,  el humor como un estiletazo repentino y demoledor, la circularidad de los hechos y la antinomia oralidad/escritura como suceso divergente.  Jaime Rest en su libro Mundos de la imaginación  señala a la escritura como un elemento central y constitutivo  en la narrativa de Bioy. Cartas, apuntes, manuscritos y diarios son muchas veces el elemento central en el entramado de los textos, cuando no, el origen de su desciframiento. Los narradores prestan testimonio. La memoria en Bioy Casares es siempre memoria escrita.
Hay en La trama celeste dos clásicos de la literatura argentina y una modesta y subterránea obra maestra. En memoria de Paulina, El perjurio de la nieve y El otro laberinto. También, paradójicamente, el gérmen de una impostura: Borges al prologar  La invención de Morel destaca la perfección de su trama, Bioy recoge la caricia del guante y años después escribe El ídolo. De ahí en más  su prosa se “suelta” y buena parte de su obra posterior abandona la precaución, alarga las frases y se reviste de un coloquialismo que en manos de Bioy suena canchero y algo increíble. 


Diego Zappa          

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